El sueño era mucho más largo pero lo que recuerdo bien es lo siguiente: me encontraba con más gente (no recuerdo quién) en una pequeña casa en el límite de un pueblo y más allá había sólo un camino y campo. Sabíamos que esa era la última vivienda que separaba Europa de Rusia. Más allá de la casa, se encontraba todo el ejercito ruso. Aunque sabíamos, y se nos informaba, de que podíamos estar tranquilos, que los rusos no se atreverían con una invasión o ataque directo a Europa, la situación era tensa y había miedo a la invasión. En determinado momento, sonaban todas alarmas y al mirar por la ventana vehía los tanques del ejército ruso avanzando por el camino. Me entraba una tremenda sensación de fracaso y de confirmación de nuestros temores.
Yo salía por un lateral a un terreno adjunto para intentar escapar pero sabía de antemano que sería imposible. Efectivamente, allí se encontraban soldados rusos. Yo me arrodillaba y empezaba a gritar que me rendía, que era un civil, que no me matasen aunque sabía que lo iban a hacer igualmente. Así, comenzaban a dispararme de inmediato. Yo me quedaba tumbado en el suelo, alcanzado por múltiples disparos. No sentía dolor pero sabía que moría. Sobretodo, destaco del sueño la desesperanza, el saber en todo momento que no había salvación posible.